Si, así es, ya lo decía Andrés Montes, y si lo decía era por algo.
A pesar de las vigas de hormigón que nos ponemos delante de los ojos, de las responsabilidades, de los problemas, de los conflictos que nos creamos para ser no felices, una vida maravillosa espera a la vuelta de la esquina a todo el que quiera.
Estar sentado delante del ordenador y que un «anónimo» te escriba algo como lo que voy a compartir con vosotros, es algo increíble, «anónimo» por que dice ser escrito por todos, por que es una persona de esas iluminadas que la vida pone en tu camino, que aparece cuando tiene que aparecer y se va para dejarte volar.
«Luz blanca inmensa y completa que pasa a través del prisma… esa luz cálida e infinita que no te ciega sino que te ilumina. Permite que fluya, no la reprimas, deja que te recorra y encienda cada rincón de tu alma y que te suma en la consciencia de una realidad distinta… esa que sientes pero que no ves porque se te olvida que todo va más a la de lo que miras.
Si no piensas y solo observas, si no analizas y solo eres, sentirás que te rodea, que está presente, que es parte de ti y que tu también la tienes… y que depende de ti, de la posición de tu prisma, del cristal con el que mires lo que reflejes.
Escenarios que Se mueven y personajes que te sostienen, que te acompañan en cada uno de los pasajes de tu vida para que te reveles, para que percibas cada una de las emociones que contienes, que puedas experimentar todos y cada uno de los papeles hasta que tengas el valor de detenerte, colocarte ante la fuente y desnudarte para expresar cada uno de tus potenciales para que por fin sueltes todo aquello que te retiene y dejes ir el lastre que te mantiene en el lugar al que ya no perteneces.
Ahora, así de ligero y de consciente puedes permitirte elevar tu esencia a un nivel superior, no mejor, sino en un plano desde el que puedes compartir toda esa luz en la que están todos los más increíbles y maravillosos colores, eso tienes en ti, un corazón que late movido por el amor De Dios… de un dios que no entiende de altares ni procesiones sino una fuente de amor inconmensurable al que perteneces, del que provienes y que espera paciente a que regreses, a que vuelvas lleno de experiencias, emociones, pasajes e historias… y quiere que lo recuerdes pero no en forma de anécdotas ni de cuentos sino de huellas y cicatrices, de imágenes indescriptibles grabadas en cada presente que vivas plenamente.
Duele? No, solo es una señal más de que estás en el instante que debes estar para ampliar ese prisma a través del cual debes dejar que pase, que esa luz te atraviese… no temas, no te abandonaran, no te rechazaran, ni te juzgarán porque estás hecho de la materia original del lugar de donde todos provienen y donde la perfección ya existe tal y como hoy aquí y ahora ERES.»
Gracias a la vida, por ser MARA VILLOSA
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